Hay personas que sólo con mirarlas te provocan un alud de sentimientos. Es admirable ver como hay gente que saca lo mejor de sí ante la flaqueza, ante los malos momentos y se crecen por completo; se hacen fuertes y transmiten a los demás esa energía, ese positivismo ante la vida.
Y es genial como de vez en cuando se cruzan en tu vida. Aparecen de la nada, te sonríen y te hacen sentir feliz. Te enseñan que detrás de las nubes de tormenta sigue brillando el sol, te dicen que la oscuridad es sólo el paso previo a la llegada de la luz y te convencen de ello. Te inundan con un remolino de energía y te sientes flotar con ellos.
Y se marchan dejándote perdida, sin saber lo que ha pasado, y sólo recuerdas cómo sus ojos se perdían dentro de los tuyos mientras te miraban sonreír por primera vez en mucho tiempo, una sonrisa de verdad y no una mueca de cortesía. Y deseas volver a verlos porque algo ha anidado en ti, una esperanza de volver a ser la persona que un día fuiste.
Hoy me gustaría estar allí otra vez, sin pensar en nada y sin plantearme nada. Sólo flotar y dejar pasar las horas, tranquilamente, sin presión alguna. Que el sentirme pequeña otra vez dure para siempre, que me cojan las manos de nuevo para decirme que todo va a salir bien, que sólo hay que soñar para que los sueños se hagan realidad.
Hoy deseo sentirme segura otra vez.
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